martes, 14 de febrero de 2012

GASOMETRO - ADOLFO BERRO

El sueño venía desde hacía un tiempo. Los chicos apadrinados por el cura Lorenzo llevaban varios años jugando en terrenos ajenos, muchas veces lejos del barrio que les prestó sus calles para darle vida al club. Pasaron ocho calendarios desde la fundación para que el club inaugure su casa. El Gasómetro de Avenida La Plata abrió sus puertas el 7 de mayo de 1916, por un partido correspondiente a la quinta fecha del torneo de Primera División. Fue victoria 2-1 ante Estudiantes de La Plata, con goles de Antonio Moggio y Elizardo Fernández.

Poco más de una década más tarde, en 1928, San Lorenzo compró los terrenos donde estaba enclavado el estadio, que hasta ese momento le habían sido alquilados por las monjas del colegio María Auxiliadora y la familia Onetto. En el 29, bajo la presidencia de Pedro Bidegain, fue ampliado y llegó a tener capacidad para 75.000 espectadores. Desde entonces se convirtió en el escenario casi obligado de los más importantes cotejos nacionales e internacionales.

En sus primeros años de vida jugaron en el césped del Gasómetro glorias azulgranas como Luis Monti, Carricaberry, Diego García y el brasileño Petronilho de Brito. El estadio fue testigo de los cuatro goles del vasco Isidro Lángara, ante River, el día de su debut. Después llegó el título de 1946 de la mano de la delantera más legendaria del club: Farro, Pontoni y Martino.
José Sanfilippo, el máximo goleador azulgrana, fue pieza fundamental para el campeonato del 59... Y en 1968, Los Matadores sorprendieron al fútbol nacional, de la mano de Elba de Paula Lima, Tim, y de un grupo de jugadores de gran talento: Villar, Albrecht, Rendo, Telch, Cocco, Veglio y Fischer. En el 72 se festejó por partida doble de la mano del arrasador equipo del Toto Lorenzo y en 1974, con los misiles del Gringo Scotta, el Gasómetro fue testigo de su última vuelta olímpica. Fueron en total diez campeonatos, entre amateurs y profesionales.

Nunca pensó San Lorenzo ni Boedo, que su apacible vida allá por los años setenta, conllevada con una difícil situación económica, como ocurría con la mayoría de los clubes argentinos, se tornaría en una pesadilla con la llegada del Mundial en 1978. El Gasómetro estaba ciertamente deteriorado. Muchos creyeron que con la cita mundialista se le cambiaría la cara al que había sido hasta ese momento el templo del fútbol argentino. Pero no fue así. La dictadura prefirió obviar al Sur de la ciudad, quiso esconder esa realidad obrera, esas clases trabajadoras, a los periodistas y empresarios internacionales que venían a la capital. Por ello optó por potenciar otros estadios, en zonas más acomodadas, volcándose sobre el todo en el Norte, con River.
Era el comienzo de un fin orquestado por el alcalde de la ciudad, el Brigadier Cacciatore, alcalde bonaerense en aquella época dictatorial. Este militar acondicionó las inmediaciones del Monumental, eliminó, por ejemplo, la villa miseria del Bajo Belgrano. Además, renovó y terminó el estadio de los millonarios, lo puso bonito, lo convirtió en una maravilla… Y mientras todo eso ocurría, el Gasómetro, el mítico Gasómetro, veía impotente como el ominoso régimen amenazaba con extinguir su tradicional resplandor. 

Terminado el Mundial, el Brigadier Cacciatore quiso aprovecharse de la situación de debilidad de San Lorenzo. Los terrenos del Gasómetro eran muy golosos y comenzó una auténtica maniobra de expropiación sin precedentes, ante la que nada pudieron hacer los hinchas cuervos. Primero se alegó que había que hacer una reordenación urbana y se necesitaba una apertura de las calles Muñiz y Salcedo, para lo cual había que tirar el estadio. En este terreno el ayuntamiento se propone construir viviendas, prohibiéndose expresamente la construcción de supermercados. Se dicta una ley que obliga a que se lleve a cabo tal reordenación urbana. San Lorenzo se resiste a aceptar, se resiste a decir adiós al estadio de toda su vida, a su barrio, al lugar donde también estaba una de las sedes deportivas más completas del país. Pero nada se pudo hacer, porque las presiones de Cacciotere eran imposibles de soportar. En diciembre de 1979 jugó su último partido contra Boca. Luego el campo se echó abajo. San Lorenzo se quedó con 900.000 sucios dólares de consuelo que le pagó una sociedad fantasma, constituida pocos días ante de la venta. 

La canallada de la dictadura llega a su punto álgido con el devenir del tiempo. Pasaron los años y no hubo apertura de calles, tampoco se construyeron viviendas. En 1983 se establece una ordenanza que anulaba la prohibición de establecer un supermercado en esa zona y los terrenos se le venden a Carrefour por ocho millones de dólares. ¿Dónde van a parar? Pregunta sin resolver. 

Y ese es el final de la historia. Donde estaba el Gasómetro, donde se levantaba el orgullo del fútbol argentino, hay ahora un Carrefour, justo al lado de la sede del Club, que sigue allí, en plana avenida de La Plata. La desaparición del Gasómetro trajo la crisis deportiva cuerva más grave de toda su historia
Hoy, a más 30 años de la disputa del último partido (fue en 1979 ante Boca), la ilusión de volver sigue intacta. Sus hinchas saben que, a mediano o largo plazo, el Ciclón será otra vez local en Boedo.

Fuente:  Por Pablo Lafourcade

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